Palacio del Conde de Súchil

Solo otra edificación similar existe en el país, el Palacio de Iturbide en la ciudad de México. Por un frente ochavado sobre el que se levanta una elaborada portada barroca de dos cuerpos con remate, se accede a un precioso y gran patio en el que la cantera pareciera una material ductil y volátil, etéreo, con sus piñas talladas, pendientes de arcos que terminan en el vacio, sus molduras ondulantes como el agua, sus recias puertas de madera tachonadas de metales, su monumental escalinata, y un segundo patio repleto de naranjos.

Fue por muchos años el palacio de un rico minero, luego una gran tienda de abarrotes, y ahora un banco y un centro cultural con exposiciones de primer mundo. Se trata de una extraordinaria joya colonial.

Cuenta también con las enormes bodegas, de dos aguas, del antiguo servicio expreso del ferrocarril, en las que se embarcaban y recibían mercancías que salían de la ciudad o llegaban de todas partes del país. Su fachada es una combinación de ladrillo refractario color oro pálido, uno de los materiales más representativos de la Revolución Industrial, y la típica cantera blanca de Durango.