
Mercado Gómez Palacio
TOMADO DE DESCUBRE DURANGO #29 / TEXTO FERNANDO ANDRADE CANCINO
Nuestros mercados tradicionales y antiguos, como el Gómez Palacio, el más importante de su tipo en la ciudad de Durango, ubicado en el Centro Histórico sobre una gran manzana de la Avenida 20 de Noviembre, la principal de la ciudad antigua, son típicos de las ciudades latino americanas y un híbrido de los antiguos tianguis prehispánicos, ubicados al aire libre, con los bazares árabes y vendimias españolas. La enorme edificación finisecular decimonónica del Mercado Gómez Palacio, de dos altos pisos, y de la cual fueron concluidas sus diversas etapas constructivas en 1886, 1898 y 1906, en el esplendor del porfiriato, tuvo hasta los años 60´s del siglo XX un enorme patio central sobre el que se ubicaba el tianguis tradicional al aire libre, con sus puestos cubiertos sólo con mantas y delimitado por una balaustrada de cantera tallada con arcos triunfales en sus entradas, que marcaba cuatro corredores abiertos colindantes con sendos portales con arcos de cantera de medio punto, con columnas y capiteles dóricos, que sostenían la planta alta del inmueble de dos pisos en la parte que rodeaba al tianguis, pisos que a ambos lados, hacia el patio y las calles circundantes (20 de Noviembre, 5 de Febrero, Patoni y Pasteur), cuentan con hermosos balcones de bien elaborados y resistentes barandales de hierro forjado, marcos de cantera (y puertas de madera con postigos), igual que en portones, puertas y aparadores de la planta baja, los primeros con cornisamentos horizontales y los segundos de medio punto, que en su mayoría fueron “modernizados” para hacerlos más grandes -rectangulares con grandes vidrieras- cuando se destruyó el antiguo tianguis y su balaustrada, y en su lugar se ubicó y construyó el inmueble actual, como un rombo incrustado obtusamente en el antiguo patio, para lo cual se destruyeron los capiteles de la arquería del parián interior y los vanos de sus arcos de medio punto se tapiaron, además de que por la calle Patoni se destruyó parte del antiguo edificio para hacer una poco funcional área de carga y descarga, ahora invadida de puestos.






En el Mercado Gómez Palacio se ubicaron grandes ferreteras, abarroteras, fruterías, mercerías, papelerías, tiendas de ropa y telas, sobre todo en los locales ubicados al exterior, frente a las calles circundantes, los que a inicios del siglo pasado usaban la parte alta como casas habitación, y que cuando crecieron, convirtieron en bodegas. Algunos de estos comercios aún operan. Otras tiendas tuvieron antes su frente hacia el patio interior, en los antiguos portales que daban al tianguis central, y que luego fueron destruidos. Algunos de estos se ubicaron luego en el inmueble de ladrillo, concreto y techumbre de lámina construido sobre el patio central en los años 60´s del siglo pasado, donde se ubicaron carnicerías, cremerías, puestos de frutas y legumbres, sombrererías, florerías, dulcerías, locales con aperos para el campo, sillas de montar, espuelas, herraduras, jarcias, saleas, lazos y sogas, yerbas medicinales, macetas, ollas, cazuelas, platos y objetos de barro, vidrio y cerámica popular, canastas y canastos diversos (violeteras, arconeras, moiséses, paneras, dulceras, etcétera) ropa infantil, juvenil, para adultos, y de trabajo (guantes de carnaza, mandiles de cuero), dulces típicos –jamoncillos, pescaditos de nuez, pinole, frutas en conserva y cristalizadas- piñatas multiformes y multicolores, postales de Durango y artesanías, en particular las de alacranes disecados; cintos piteados y llaveros con baqueta, además de especies y alimentos diversos, juguetes y nuevas mercaderías como CD´s o DVD´s, camisetas estampadas y cachuchas con insignias.



Todavía a mediados del siglo XX -y aún hoy en algunos comercios del mercado-, era posible encontrar quinqués para petróleo, bacinicas de peltre, rebozos, sarapes, encajes, abanicos, petróleo, y hasta gasolina, cohetes y cohetones (que hoy por seguridad ya no se expenden, aunque a veces sí se encuentran luces de bengala y “palomas”), y muchas especies y alimentos a granel, al mayoreo o menudeo, como canela de Ceilán, pimienta blanca y negra, clavo, masa para pájaros, alpiste, ajonjolí, chiles anchos secos y de toda clase, y muchas otras mercaderías que ahora se expenden empaquetadas o enlatadas.
Caminar entre locales de pequeños comerciantes por los pasillos del interior del mercado, entrar a las tiendas más grandes, ver la enorme diversidad de mercaderías, es todo un viaje antropológico tanto para propios como para extraños. Uno puede, camarita digital o de celular en mano, descubrir personajes y paisajes urbanos típicos, desde ancianas que venden flores o canastos, alegres y parlanchinas, y a las cuales hay que regatear el precio como buenos “marchantitos”, hasta bebés regordetes y chapeteados que sus madres mecen en sus cuneros mientras atienden a su clientela entre olores a nardo y cempasúchil que se mezclan con los del asado rojo que las cocineras preparan en sus fondas, o con los de las yerbas medicinales, las frutas, cremas y quesos añejos, las verduras, los chiles secos o las vaquetas recién curtidas.

Tanto en el tianguis actual de la planta baja, como en la planta alta, las fondas hacen las delicias de los comensales que llegan desde los pueblos del estado para hacer sus compras; en la planta alta grupos musicales norteños y mariachis amenizan el ambiente para la clientela que acompaña los tacos de carnitas con cerveza helada, atendida por meseras re coquetas en “fondas que parecen restaurantes”.
La Serranita (especies y alimentos), la Conquistadora (ferretería y mercería), La Central (ferretería), la mercería El Ancla, y hasta los 70´s del pasado siglo la abarrotera La Barata, como las Tres B, de telas y ropa, han sido o fueron tiendas tradicionales del Mercado Gómez Palacio. Asimismo el restaurante El Taquito, sobre la calle de Pasteur es un antiguo negocio que conserva viejas tradiciones gastronómicas campiranas.






Un mundo de recuerdos, de historia local, de productos duranguenses, de trabajo amoroso y dialogo entre marchantes y vendedores que a gritan sus mercaderías es posible encontrar en el centro de la ciudad, en este mercado que espera ser restaurado como se ha hecho con otros importantes inmuebles del Centro Histórico de la ciudad decimonónica, y cuando eso suceda, es de esperar que se restituya al Mercado Gómez Palacio las partes mutiladas así como su viejo tianguis central, para que el visitante pueda disfrutar no sólo de la vendimia, sino de belleza arquitectónica de este magno proyecto arquitectónico urbano del porfiriato en Durango.