El Oro

El Oro o Santa María del Oro, como también se le conoce, surgió a finales del siglo XVII como un pequeño caserío alrededor de las recién descubiertas minas de ese lugar.

El municipio de El Oro está ubicado en la región norte de nuestro estado, entre valles y mesetas, con extensos montes de encino, táscate y mezquite. Su cabecera municipal es Santa María del Oro, una pequeña pero pintoresca y bulliciosa ciudad, que es el centro comercial de toda la región norte.

Cruzan al municipio dos caudalosos ríos: al norte, el Sixtín y por el sur, el Ramos. Además de estos cuerpos de agua, encontramos importantes arroyos como los de Escobedo, Casas Blancas, San Javier y el Juez, que desembocan en la gran presa Lázaro Cárdenas, conocida también como la presa “el Palmito”, que ocupa una vasta extensión del municipio.

El Real del Oro aparece ya en los registros históricos del siglo XVII, con mayor información a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, que lo ubica conformado por las municipalidades de San Bernardo y de El Oro, siendo un centro administrativo importante al norte de la Nueva Vizcaya, así como ser un punto geográfico relevante en la ruta de la plata.

De acuerdo a diversos historiadores, el mineral del Oro es uno de los más antiguos del país, cuya fundación se atribuye a las exploraciones de Francisco de Ibarra, pocos años después de la de Durango, a finales del siglo XVI.

Aunque formalmente el origen de este municipio se dio en 1737, gracias a la donación de tierras que hicieron don Pedro Manuel de Acosta y su esposa María Nicolasa Rubio, quienes cedieron parte de su hacienda La Estancia (conocida también como Nuestra Señora de Cortés), fue hasta el 13 de enero de 1758 que se hizo efectiva la dotación, gracias a que don Ambrosio Barragán, sargento mayor y apoderado legal de los habitantes de la región, interpuso una denuncia en San Juan Bautista de Indé, por el incumplimiento de la donación.

Tras este pequeño incidente, el inicio oficial de este municipio se da el 14 de agosto de 1758, considerado como Real de Minas de Nuestra Señora de Las Mercedes, en honor a la que nombraron su patrona, la Virgen de las Mercedes.

Aunque después de la guerra de Independencia la actividad minera disminuyó de manera considerable, en la época del Porfiriato destacó el centro minero de Magistral del Oro, con la intervención de compañías inglesas y norteamericanas, como la “National Mines and Melters Company”, por lo que en esta nueva etapa de la explotación minera, El Oro fue el distrito pionero en México al realizar la lixiviación por cianuro, que es el método para extracción de oro o plata más importante jamás desarrollado, además de que fue el primer campamento en América del Norte en adoptar el molino de tubos para triturar a gran escala.

Su tierra rojiza, sus tolvas, las máquinas abandonadas y sus mismas calles, nos hablan sobre la historia de riqueza que floreció hace mucho en esta región, la cual pareciera aún espera que nuevas empresas exploren sus entrañas para descubrir lo que ofrece, por ello, nadie que visite este municipio puede quedarse sin visitar el centro minero de Magistral del Oro, lugar que dio vida a Santa María del Oro, desde el cual podemos ver los vestigios del emporio de otros tiempos.

La rica historia de este municipio está contada también a través de sus templos, como el de Nuestra Señora de las Mercedes del siglo XVII, de cantera rosa de la región y tallada en estilo barroco y neoclásico; su torre de cantera es redonda porfiriana de dos cuerpos y cúpula rematada con una cruz de fierro.

En la capilla lateral izquierda de esta parroquia, existe un importante retablo considerado uno de los más grandes al norte de la República, el cual está dedicado a Nuestra Señora de las Mercedes, patrona de esta ciudad, el cual está elaborado con madera, de tres calles con estípites y cuatro filas de santos, de tres cada una, haciendo un total de 12 peanas. Al centro superior, debajo de Dios Padre, está la Virgen de las Mercedes, la cual cubre con su manto a obispos y santos.

Muy cerca de la cabecera municipal se puede disfrutar de la belleza que ofrece las riberas del río Sixtín y el arroyo de San Javier, con un hermoso cañón. Mientras que, al sur del municipio, el río Ramos ofrece paisajes verdaderamente únicos, además de los imponentes cañones de San Carlos y el cañón del Juez.

La gastronomía en la región norte de nuestro estado es variada y con un sabor único, donde destaca el chile pasado con carne seca o con carne fresca; la barbacoa de res o de borrego, la machaca de carne seca, frijoles refritos, chile colorado con carne (estilo asado), frijoles charros, mole ranchero, carne en postas, venorio con nopalitos, pipián, así como el mejor queso ranchero. Mención especial merecen sus dulces, como el jamoncillo de leche, marranitos, tenayuques, gordas de horno, y el tradicional atole de grano de trigo.