Cuencamé
Concuemi” o “Concuemitl”, es una palabra de origen náhuatl que significa: “las tierras labradas” o “las tierras de cultivo”, la cual los españoles castellanizaron para ser llamada Cuencamé, tal como hoy la conocemos.
El municipio se ubica en la región oriental del estado y es uno de los más grandes de nuestra entidad. Cuenta con un clima propio de la región del semidesierto en su región norte, cálido y seco en la región sur, y templado en su región de Los Llanos.
La cordillera más importante de su territorio es la sierra de San Lorenzo, que es alta y abrupta, con ramificaciones y picachos de gran altura como el de San Isidro. También, cuenta con sierras menos altas como la de Cadillo y Santa María, donde se encuentran los ricos yacimientos del mineral de Velardeña. Al suroeste y sur del municipio, están las serranías de Palotes, la Venada, Atotonilco y Temazcal.
El más importante escurrimiento de aguas se da por el arroyo de Cuencamé, el cual pasa por la cabecera municipal, y desemboca en el río Nazas.
Su vegetación natural es el matorral y pastizal, donde sobresale sobre todo el crecimiento del sotol, maguey, lechuguilla, guayule, ocotillo y gobernadora, variando en la parte sur de Los Llanos, donde predomina el mezquite y el huizache.
Su cabecera municipal es Cuencamé de Ceniceros, lugar que hay que disfrutar con calma para saborear sus ricas gorditas, su asadero y jocoque. Ahí, es necesario admirar su plaza, su templo, su centenario “Reloj de Sol” y por supuesto, hacer la visita al Señor de Mapimí, hermosa escultura de Jesús crucificado que se encuentra incrustada en un suntuoso retablo de talla de madera estilo barroco, cuya iconografía clasifica como pasionario.
Después de la cabecera, es preciso pasar a Velardeña, población fundada por el Capitán Velarde, el cual es un pueblo minero que nos transporta a la época de bonanza de esa región.




















De ahí, nos seguimos a Pedriceña, lugar que posee un majestuoso templo que alberga una rica pinacoteca virreinal, y donde se encuentra la histórica Casa Juárez, mudo testigo de uno de los pasajes más importantes de nuestro país, ya que ahí se albergó un 15 de septiembre de 1864, la República itinerante que encabezaba el presidente Benito Juárez García.
Llegamos a Los Llanos, región donde se encuentra Cuauhtémoc, población que es llamada “el granero de Cuencamé”, y en la que se ubica el ejido Pasaje, el cual cuenta con una legendaria estación de ferrocarril, así como un manantial y un sabino, cuyo tronco es de enormes dimensiones.
Las poblaciones de Cerro de Santiago, San Diego, la Purísima, Ramón Corona, las Mercedes, el Tanque, así como el histórico pueblo de San Pedro de Ocuila, son lugares de excepcional belleza y tradición que enriquecen a este municipio.
Cuencamé está lleno de tradiciones, pero es sin duda la veneración al Señor de Mapimí la que tiene mayor relevancia entre todas, ya que esta imagen es reverenciada desde el 6 de agosto de 1715, año en que llegó a la región y por la que desde entonces se realiza una gran caravana de carretones que salen desde la Sierra de Jimulco (en Torreón, Coahuila), hasta llegar a esta tierra duranguense, donde se realiza un novenario, se ofrece la danza de pluma y carrizo, se obsequia reliquia y donde población, visitantes y feligreses se reúnen en una gran feria popular.